Una piel en buen estado se caracteriza por la posesión de una determinada cantidad de agua en las células que forman la capa epidérmica. Esta confiere a la piel las cualidades de elasticidad, tersura y blandida, totalmente determinante para su buen aspecto externo.
Para que el nivel de hidratación se mantenga constante, ha de existir constantemente en equilibrio entre los factores externos y las capas internas de la piel, este producto contiene una serie de sustancias que lo regulan y que, en su conjunto, componen el denominado NMF o Factor Hidratante Natural.
Las agresiones del medio ambiente, la tipología de trabajo, los cambios en la alimentación, las alteraciones metabólicas debido a las enfermedades, provocan la desregulación del mecanismo de hidratación y sus defensas naturales, es decir, la destrucción de la emulsión epicutánea, desfavoreciendo el equilibrio e induciendo un envejecimiento prematuro de la piel y haciéndola más propensa a la acción de agentes patógenos.